En el uso habitual de cazuelas de acero inoxidable, puede darse el caso de que aparezcan diferentes tipos de manchas, picaduras u coloraciones de las superficies, sin que ello suponga ni un defecto en las propiedades del material, ni un riesgo sanitario a la hora de cocinar.
- Picaduras o puntos de oxidación.
Tanto el agua con la que cocinamos, como los alimentos, pueden en algunos casos contener sustancias que, en un contacto prolongado a altas temperaturas con el acero inoxidable, pueden provocar la aparición de manchas o imperfecciones en el interior de las ollas. Esto es algo normal, ya que hay alimentos con diferentes grados de acidez, y aguas que por razones sanitarias tienen unas concentraciones de cloro elevadas.
Es importante que, después del uso, se limpien y enjuaguen bien las piezas, eliminando completamente los restos de la cocción lo antes posible, ya que una exposición prolongada en medio húmedo puede dar lugar a la aparición de picaduras.
La sal que agregamos a los alimentos también puede ser causa de la aparición de estos desperfectos. Se recomienda que en las cocciones, la sal se agregue una vez que el agua ya esté en ebullición, para evitar que quede depositada en el fondo, creando una zona rica en cloruros que puede provocar picaduras en la superficie.
Los detergentes mal aclarados también pueden afectar al acero inoxidable. Cuanto más agresivos sean, más cuidado habrá que poner en su eliminación completa.
Evitar el roce con utensilios de acero común, ya que puede quedar alguna partícula de hierro adherida al inoxidable que se oxide.
El acero inoxidable es un material que se "autoprotege" contra la corrosión, por lo que si aparece un punto de óxido, basta con frotar con un estropajo hasta que la zona quede limpia.